Nueva amenaza a la Cordillera del Bálsamo

El terremoto del 13 de enero de 2001 en la ciudad de Santa Tecla, El Salvador, captó la atención del mundo al convertirse en el escenario del mayor desastre natural ocurrido en la región centroamericana, cuando un enorme deslizamiento de tierra proveniente de la Cordillera del Bálsamo sepultó a los habitantes de la Residencial La Colina 2, además de provocar cuantiosos daños en vidas humanas e infraestructura que, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), ascendió a 1255.4 millones de dólares.

Evocando un poco de historia sobre este hecho, fue en el gobierno de Francisco Flores Pérez que se obtuvo una importante donación de parte de Taiwán para los afectados del terremoto, que dicho sea de paso nunca llego a sus destinatarios, ya que el mismo terminó siendo utilizado para otros fines a lo consignado.

La presión de la ciudadanía organizada en el Comité de Afectados con Fe en la Cordillera del Bálsamo COMFEBA, logró que la administración del expresidente Elías Antonio Saca, realizará obras de mitigación en la parte alta de la montaña, con el fin de disminuir el riesgo a nuevos derrubios hacía las colonias aledañas. Por otra parte, el Concejo Municipal de Santa Tecla dirigido por él exalcalde Óscar Ortiz, emitió un acuerdo en la que se prohíbe todo tipo de construcción en dicho cerro.

Han pasado 23 años de este triste acontecimiento, sin embargo, una nueva amenaza se cierne sobre este lugar ya que, por denuncias a medios de comunicación por parte de los residentes del lugar, se pretende construir nuevas edificaciones en el sitio, por lo que, según los afectados, se ha generado en los últimos días una tala indiscriminada de árboles en la zona, lo que crea preocupación por los posibles efectos de ello tales como:

Reducción o desaparición de mantos acuíferos en el lugar, lo que agravaría el tema del abastecimiento de agua potable para Santa Tecla y sus alrededores, así como la degradación de especies de flora y fauna en el terreno.

Deslizamientos de tierra con dirección al bulevar sur y colonias adyacentes, lo que provocaría daños en vidas humanas e infraestructura.

El papel de la comuna tecleña queda a deber, ya que esta se limita a verificar y detener construcciones que no cuentan con los permisos correspondientes, por lo que es de suma urgencia detener de inmediato dichas edificaciones por parte de las autoridades correspondientes antes que sea demasiado tarde y vuelva a repetirse la historia, por lo que aún se está a tiempo de evitar una catástrofe.

¡En sus manos queda!

Marlon Chicas

Columnista EC