SUMARTE: una referencia paradójica hacia la construcción de nuestra identidad

Se vuelve evidente el hecho de analizar desde una óptica critica el fenómeno de la subasta del Museo de Arte de El Salvador (SUMARTE) ante una serie de difusiones proyectadas en su desarrollo en ediciones anteriores, y la actual del 2023.

Proyecto de índole privado organizado desde el 2004 por el Museo de Arte de El Salvador (MARTE), pero que vislumbra un acervo ofuscado a la sociedad salvadoreña con sus procesos internos y resultados públicos, pero sobre todo una falta de respeto hacia el gremio de artistas al cual se debe, por ser una repercusión directa del quehacer de estos. Hablar de una subasta de arte con reconocida trayectoria, tanto a nivel nacional como regional, organizada por una instituciones que se jacta de ser “un referente obligado en la vida cultural del aérea centroamericana.”, con matices paradójicos e intereses sesgados, es hoy por hoy un fenómeno que no se puede pasar desapercibido en nuestra escena artística nacional en las artes visuales.

Evidentemente se quedan al vacio las palabras de cierto personaje ejecutivo en su repetitiva consigna, plasmada año con año en el catalogo emitido por el Museo Marte en lo referente a “nuestra historia” y la “representación de nuestra identidad cultural”, con las proyecciones realizadas por SUMARTE a la fecha. Desde allí radica ya la primera paradoja para con el proyecto.

Aspectos básicos como la recepción y retiro de la obra por los aspirantes, hasta los aspectos meramente organizativos y de selección de obras, son tan importantes e incidentes al momento de efectuar dicho proyecto, que no se pueden pasar por alto ante el público. Así, el analizar dicho fenómeno de la plástica y las artes visuales en nuestro país, por el momento, no es nuestro interés, pero si nos entretiene hoy por hoy analizar dicho escenario que aborda y transgrede de manera colateral dicho panorama, al tener un alcance y una envergadura amplia e incidente desde su prestigio como institución referente de las artes plásticas y visuales de nuestro país, y de la región.

Una de las situaciones más críticas de este fenómeno es el hecho de tener injerencia un comité organizador, representante de dicha institución, en cuanto a proponer artistas para ser incluidos en la edición anual. Dicho accionar resta energía al fenómeno de convocatoria emitida para cada edición al saturar de “Artistas Invitados” y “Sugerencias del Comité” la naturaleza de convocatoria y proyección de nuevos talentos emergentes. Una total falta de respeto hacia los que buscan forjarse un lugar en dicho espacio. A esto hay que aunarle el hecho de que, dentro de su jurado calificador se encuentren personas pertenecientes a proyectos internos del Museo. Tomar decisiones y arrojar resultados del proceso calificador bajo esas condicionantes se vuelve lesivo y poco saludable para una escena artística local, que busca constantemente plataformas de gestión y proyección para su arte, ante todo. No se puede ser juez y parte de un proceso desde una institución que busca ser referente de las artes en nuestro país. Hacerlo implica amañar un proceso y volverlo poco transparente y creíble ante los artistas y el público en general. Esto último en intima relación con declarar desierto el premio único dentro la misma subasta.

En un jurado compuesto de tres personalidades -de los cuales una no figura en el encabezado su procedencia, quizá por error- la sola decisión u omisión de uno de ellos en el proceso de calificación se torna en inapelable en general, y con repercusiones negativas a grandes magnitudes. Para el caso, el resultado de declarar desierto un premio donde en su mayoría fueron artistas invitados los que predominan (74 obras invitadas en comparación a 25 obras seleccionadas, y 8 sugerencias del Comité organizador) siendo en buena parte obra nacional y centroamericana con grandes déficit conceptuales, de contenido y formales. Esto dice mucho de la agenda manejada a la fecha a nivel internacional en cuanto a cultura y arte se refiere, en donde se busca proyectar una propuesta artísticas a nivel local y regional con carencias de calidad, técnica y de contenido, primando lo que está de moda, y no siendo veraz reflejo de nuestra cultura e idiosincrasia salvadoreña. Sino veamos las obras participantes de la presente edición, con títulos básicos descriptivos, fotografías técnicamente mal realizadas, miniesculturas que parecen más personajes de ilustración y cómic, o las reproducciones mal hechas de clásicos animados del cine y la televisión. Todo ello abruma en detrimento de lo que se dice impulsar como ARTE.

Otro aspecto inquietante es el hecho de no considerar en sus convocatorias, claúsulas en lo referente a la participación de artistas que hayan sido acreedores de menciones o premios en dicho evento en ediciones pasadas. Esto en detrimento de una panorámica repetitiva y poco incidente en la estética nacional, proyectando con ello el registro en los catálogos de los mismos participantes y con sus mismas lineas de trabajo. Dicho esto, no genera una veraz incidencia, ni aporta una dinámica de crecimiento artístico hacia el gremio, proyectando las mismas estéticas y a los mismos artistas año con año, cuando en realidad hay muchos más valores nuevos que tienen más que decir, en formas y lenguajes diversos. Apuntalar a esta dinámica de cambio generaría -como cualquier convocatoria o certamen permanente desde cualquier institución con veraz compromiso- una dinámica de crecimiento estético, de medición de calidad, de proyección artística y estética con un alto grado de competitividad, y por ende un arribo a una escena de mejor proyección colectiva, individual y por ende con lecturas veraces de nuestra identidad cultural, estando en todo ello implícito el aspecto económico. Así, la justificación de declarar desierto el premio único y los fundamentos para no encontrar aspectos básicos, conceptuales y técnicos, se vuelve ofensivo y paradójico; máxime cuando ponen de manifiesto en el acta que es “necesario una residencia para los artistas salvadoreños, que motive y potencie su trabajo y formación” cuando la consideración de una «residencia» es ya de por si una parte independiente del premio único dentro de la subasta. No se piden migajas para el gremio, se piden compromisos reales para nuestra escena artística nacional, desde instituciones públicas o privadas que cargan con dicha naturaleza.

Todo ello torna más confuso a nuestros trabajadores del arte, al no tener claridad y transparencia sobre los parámetros que deslumbren un apoyo real y efectivo hacia la motivación y crecimiento de nuestro arte local. La formación no es digna de un certamen, sino un derecho que se debe de respaldar y promover para crecer juntos como gremio y como Nación, en pro de nuestra identidad cultural. Las gestiones pertinentes os corresponden...

Colectivo i:Taller

San Salvador 10 de octubre del 2023